HABITAT III: ADECUANDO LOS ENTORNOS URBANOS A LAS PERSONAS (3/3)

III. LAS BUENAS PRÁCTICAS EN LA APLICACIÓN DE POLÍTICAS URBANAS Y ALGUNAS CONCLUSIONES

Dentro de este contexto de búsqueda de un nuevo tipo de políticas urbanas o de proyectos de ciudad, se va abriendo paso un tipo de actuación particular al que llamaremos Buenas Prácticas por ser el término acuñado por Naciones Unidas en la Conferencia HABITAT II celebrada en Estambul en 1996, aunque en este momento existen diversas instancias que impulsan este tipo de prácticas.

Se denominan así a las nuevas formas de actuar en la ciudad para afrontar los también nuevos desafíos y problemas económicos, sociales y ambientales a los que tienen que hacer frente.

La primera Convocatoria de Buenas Prácticas surgió durante los preparativos de la Conferencia de Naciones Unidas Hábitat II, celebrada en Estambul en 1996,  como una forma de identificar políticas y actuaciones urbanas que desde unos criterios de sostenibilidad se hubiesen mostrado eficaces para mejorar las condiciones de vida en las ciudades y pueblos y que aportasen ideas y experiencias para apoyar los Informes Nacionales y los Planes de Actuación que los Comités Nacionales tenían que preparar para la Conferencia.

Durante este proceso de preparación de la Conferencia se celebró un encuentro internacional en Dubai, en el que su Municipalidad anunció la creación del Premio Internacional de Dubai para Buenas Prácticas y donde se adoptó la Declaración en la que se establecieron los criterios que se consideraron definen una Buena Practica:

  • Tener un Impacto demostrable y tangible en la mejora de las condiciones de vida de las personas.
  • Ser el resultado del trabajo conjunto entre los diferentes sectores que actúan y viven en la ciudad: la administración, los ciudadanos a través de sus asociaciones, el sector privado en general.
  • Ser social, cultural, económica y ambientalmente sostenibles y duraderas
  • Contribuir al fortalecimiento de la comunidad y de su capacidad de organización
  • Prestar especial atención a la resolución de los problemas de exclusión social ya sea de género, cultural, étnica o económica,

Las Buenas Prácticas muestran de una forma muy clara las características de las nuevas políticas urbanas para hacer frente a los retos y los objetivos de sostenibilidad.

IV. CONCLUSIONES

1. El criterio básico para definir una política urbana sostenible dirigida a obtener ciudades cohesionadas es optimizar la utilización de los recursos existentes y distribuir equitativamente el uso y disfrute de sus beneficios. Recursos que pueden ser tanto materiales (la energía y recursos naturales el patrimonio inmobiliario, el suelo etc.) como sociales o económicos (la población y su capacitación, conciencia cívica, identidad, etc.) Es decir, se considera la sostenibilidad y la solidaridad como dos objetivos inseparables.

En este contexto son necesarias medidas encaminadas a potenciar los valores propios de cada una de las piezas que componen la ciudad: los barrios mejorando el entorno urbano y haciendo más eficaz el uso y gestión de los recursos locales pero combinadas con la mejora de su integración y potenciación conjunta  de forma que el conjunto que forma la suma de todas estas piezas, la ciudad, recoja el valor añadido que se crea con esta suma y represente una identidad común para todos los barrios, mayor alcance y fuerza en el encuentro y competencia con otras ciudades.

Imagen 01: Participación ciudadana en el barrio del Raval, Barcelona. Fuente: ACCEPLAN

Imagen 01: Barrio del Raval, Barcelona. Fuente: ACCEPLAN

Se trata en definitiva de trabajar en lo local desde la perspectiva de lo  general y en lo general teniendo en cuenta lo local.

2. La ciudad debe ser considerada como un ecosistema abierto y complejo en intercambio y dependencia de otros ecosistemas más amplios. Ello significa que el objetivo de sostenibilidad urbana requiere un nuevo tipo de políticas cuyas características fundamentales pueden resumirse como:

  • Necesidad de políticas integradas que coordinen la planificación espacial y estratégica con las medidas técnicas y sectoriales, y la visión general con la particular, la existencia de un Plan para la ciudad que articule y de sentido a los planes de los barrios.
  • La buena gestión de las ciudades es un aspecto fundamental para la eficacia de las políticas urbanas. Es necesario reforzar papel de la Administración local y mejorar la coordinación entre los distintos niveles y sectores de la Administración
  • La participación ciudadana y de todos los agentes sociales y económicos es un factor esencial para el éxito de las políticas urbanas sostenibles dirigidas a obtener ciudades cohesionadas

En resumen es necesario contar con proyectos integrados, capaces de ilusionar e implicar a la población afectada en colaboración con los poderes públicos.

Mariano Calle Cebrecos, Acceplan

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